LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA TIENE LOS DÍAS CONTADOS

Manuel Barreiro Castañeda
3 min readApr 26, 2021

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Tu carro, que nunca te había dado ni un solo problema, te deja tirado dos semanas después de la fecha que cubre la garantía del fabricante. ¿Casualidad? Seguramente, aunque también podría ser a causa de la obsolescencia programada.

Un poco de historia. Corría el año de 1924 cuando los principales fabricantes de bombillas tuvieron la brillante idea de reducir la vida útil de su producto de 1500 a 1000 horas. El motivo que alegaron los ingenieros era que a partir de las 1000 horas la eficiencia del producto descendía y aumentaba el desperdicio de energía. También hubo voces críticas que afirmaban que la medida respondía a una estrategia para aumentar las ventas. De hecho, hoy en día es posible visitar una bombilla que lleva encendida desde 1901 en un parque de bomberos de California (todo un símbolo contra la obsolescencia programada).

Fuera cual fuera el verdadero motivo para reducir la duración de las bombillas, lo cierto es que aquel fue el primer acuerdo comercial para regular la vida útil de un producto.

Este producto se autodestruirá en 3, 2, 1…

Desde entonces, muchas empresas decidieron influir de manera consciente en la duración de sus productos para obtener más beneficios: “¿Y si esta pieza que dura siete años la cambiamos por una que dure tres?­­”. Una decisión tan sencilla puede suponer beneficios sin límite para las empresas. Sin embargo, la creciente conciencia ecológica ciudadana, la necesidad de apostar por un consumo sostenible y la implicación de los actores sociales ha motivado que la ley intervenga. De hecho, el pasado 25 de noviembre, el Parlamento Europeo aprobó una resolución sobre el derecho a reparar. Y, aunque esta resolución aún no cuenta con ninguna ley específica, la iniciativa es un primer paso para exigir a los fabricantes un etiquetado claro y visible sobre la reparabilidad de sus productos.

Estrénala otra vez, Sam

El hecho de que haya organismos oficiales interesados en regular la obsolescencia programada es una gran noticia. Pero reconozcámoslo: nos encanta lo nuevo. De lo contrario, no se explicarían las colas kilométricas para adquirir el celular del momento o ese afán por estrenar la reedición limitada de esos zapatos que, paradójicamente, ya estaban de moda hace treinta años. Por eso, cualquier legislación relacionada con la vida útil de un producto debe venir precedida de un cambio de actitud en nuestros hábitos de consumo. Creo que ya no podemos posponer más la muy reconocida (pero mucho menos aplicada) regla de las cinco erres: reduce, repara, recupera, reutiliza y recicla. Y es que nuestro ritmo de consumo actual no es compatible con los recursos limitados del planeta.

Pero siempre hay esperanza. En países como Japón lo viejo siempre está de moda. ¿Conoces el kintsugi? Se trata de una práctica milenaria que consiste en reparar los objetos con resina de oro. El kintsugi plantea que las grietas, roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto. Por eso, cada reparación, lejos de reducir el valor de un objeto, lo incrementa.

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Manuel Barreiro Castañeda
Manuel Barreiro Castañeda

Written by Manuel Barreiro Castañeda

Private Equity and Real Estate investor with more than 20 years of experience, particularly interested in urban and sustainable city development.

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