Las islas en las que no te gustaría perderte
Imagina una isla del tamaño de Texas a la mitad del Pacífico solo para ti. Sol, mar, calma y ni un solo turista. Suena bien, pero te aseguro que es uno de los paisajes más desoladores del planeta. Se trata de la Isla Basura, la mayor cantidad de plásticos flotante en el mar. Un destino que no viene recomendado en ninguna guía de viajes, ni siquiera aparece en los mapas, pero constituye la prueba evidente de que nuestras acciones tienen un impacto dramático en el medioambiente.
Isla Basura, formada por 1,8 billones de piezas de plástico, supone una amenaza para más de 100.000 especies marinas, pero no es la única. En el mar existen cinco grandes concentraciones de desechos procedentes de nuestros desechos: dos en el Pacífico, dos en el Atlántico y una en el Índico.
El gran depredador de los océanos
Seguro que, poco después de ver la película Tiburón de Spielberg, dudaste antes de meterte en el agua. Sin embargo, el depredador más letal del reino marino no es el gran blanco: es el plástico. Cada año provoca la muerte de 100.000 mamíferos y casi un millón de aves. La presencia de este material en el mar aumenta de manera alarmante; según Greenpeace, producimos 300 millones de toneladas de plástico al año.
El plástico surgió en el siglo XIX, en el XX se incorporó a la producción de prácticamente cualquier artículo y en la actualidad está tan presente en nuestro día a día que algunos investigadores ya hablan de la era del plasticoceno.
Como indica la Organización de las Naciones Unidas, solo un 14% de los desechos del plástico se recicla, pero incluso reciclando correctamente, el plástico tiene muchos boletos para acabar en el mar, aunque vivamos a cientos de kilómetros de la costa. Esto se debe al efecto del viento y la lluvia y al sistema de alcantarillado de las zonas urbanas.
Un enemigo invisible
Solo en México acaban en el agua 10.000 botellas diarias, y cada botella puede tardar 400 años en descomponerse. Durante el proceso, el material se erosiona poco a poco y se fragmenta en millones de microplásticos de un tamaño inferior a 5 milímetros. Estos microplásticos acabarán en el interior de alguna especie y, casi seguro, en nuestro organismo. En los próximos 12 meses, ingeriremos alrededor de 11.000 partículas. Y es que es muy probable que esa dorada a la sal que pidas en el restaurante venga aderezada con fragmentos invisibles de microplásticos. De hecho, se han hallado restos en el agua potable, en la sal e incluso en las placentas de los bebés que aún no han nacido.
La ONU insiste en las consecuencias de la basura oceánica para el medioambiente, la salud y la economía. Por eso, debemos reducir la cantidad de plástico y, si es posible, elegir productos de compañías comprometidas con el problema. De momento, ya hay empresas que incorporan plásticos elaborados a partir de materiales sostenibles, como el maíz o la caña de azúcar.
Estoy seguro de que entre todos, instituciones y consumidores, conseguiremos reducir la cantidad de desechos marinos. Y es que el plástico es la única especie que queremos erradicar de nuestros océanos.