RESPIRA TRANQUILO
En una de mis películas de ciencia ficción favoritas, el protagonista viaja desde un futuro postapocalíptico a la Filadelfia de mil novecientos noventa y se queda maravillado con la calidad del aire. Aunque tengo mis dudas respecto a las bondades del aire de Filadelfia de los años novena, el turista espaciotemporal estaba encantado de respirar oxígeno y no una sustancia venenosa. El caso es que esa escena me recordó que el aire que respiramos nos afecta, y de qué manera. Según la Organización Mundial de la Salud, más de cuatro millones de muertes están directamente relacionadas con la contaminación.
La calidad del aire de nuestras ciudades se ha empobrecido año tras año. Sin ir más lejos, Londres superó en 2016 los límites de dióxido de carbono permitidos durante más de cuatro mil horas. Por eso, las autoridades decidieron actuar y llevar a cabo una iniciativa polémica pero tremendamente eficaz: la zona de emisiones ultrabajas.
¡Esos humos!
Contaminar por encima de los niveles permitidos pasa factura. Y si no que se lo pregunten a los conductores londinenses. Si sus vehículos no cumple con los estándares de emisiones establecidos, deben pagar un suplemento para poder circular por el centro. Y como la contaminación nunca descansa, los recaudadores tampoco. La zona de emisiones ultrabajas funciona las veinticuatro horas del día durante todo el año, y ha permitido reducir los niveles de contaminación del centro en más de un cuarenta por ciento. Una buena noticia para la salud de las personas y no tan buena para las carteras de los afectados.
Inspiiiira, respiiiira.
Pero no basta con reducir la contaminación. Los ciudadanos quieren respirar aire de calidad. Por eso, algunas ciudades están impulsando zonas verdes con espacios libres de tráfico y niveles óptimos de oxígeno y nitrógeno. El objetivo es que, poco a poco, las zonas peatonales ganen protagonismo, las personas dependan menos del coche, se reduzca el congestionamiento y todo ello contribuya a mejorar la calidad del aire.
Pero aún queda mucho camino por recorrer. La contaminación es un problema a escala global que debemos atajar cuanto antes. Con la irrupción de la Covid-19, el descenso del tráfico y la consecuente reducción de las emisiones las ciudades tuvieron un respiro. Sin embargo, incluso este 2020 en plena pandemia muchos indicadores han registrado niveles de contaminación por encima de los permitidos. Por eso, más importante incluso que las distintas iniciativas o los recursos para revertir la situación es la consolidación de una conciencia ecológica global. Y es que el compromiso individual será clave para que todos podamos respirar un aire de calidad. Datos como el de Londres son la prueba de que vamos por el buen camino. A veces me gusta imaginarme al protagonista de la película que comentaba al principio visitando nuestro presente, respirando nuestro aire y diciéndonos orgulloso: “lo estáis haciendo muy bien”.