Y de segundo, nada…
México sabe muy bien: tacos, tlayuda, enchiladas o huaraches no nos lo ponen nada fácil a la hora de lucir tableta en la playa. De hecho, tenemos el dudoso honor de ser la segunda nación más obesa del planeta, justo por detrás de los Estados Unidos y delante de Nueva Zelanda. Para intentar combatir la obesidad que padecen el 70% de los adultos y el 30% de los niños mexicanos, el Gobierno aprobó una tasa que grava las bebidas azucaradas. Desde 2014 pagamos un peso por litro en la compra de refrescos, una medida que se completó con un impuesto del 8% del precio de los alimentos con alto contenido calórico, entre ellos los dulces o los helados.
La comida chatarra es barata, pero puede salirnos cara
En realidad, comer sano es bastante económico. El problema es que comer alimentos poco saludables es sorprendentemente barato. Podemos comprar varias piezas de fruta por unos cuantos pesos, pero, con el mismo dinero compramos un paquete extragigante de galletas de chocolate.
Eso sí, según la Organización Mundial de la Salud, abusar de la comida chatarra es la forma más eficaz de contraer enfermedades cardiovasculares, una de las principales causas de muerte en los países desarrollados. Por eso, los nutricionistas recomiendan seguir una dieta rica en productos variados, como lácteos, carnes, huevos, pescados, legumbres, frutas, verduras, cereales, grasas y aceites. Si además los maridamos con ejercicio regular, mejor.
Cuando el plato está medio vacío
Pero, ¿qué ocurre cuando no hay fruta ni galletas de chocolate que llevarse a la boca? En el mundo, más de 700 millones de personas se encuentran en situación de pobreza extrema, es decir, no pueden satisfacer necesidades tan básicas como beber agua, dormir bajo techo ni acceder a la educación o la sanidad.
En la actualidad, más de 780 millones de personas viven (o sobreviven) con 1,90 dólares diarios. De hecho, hay gente que, incluso trabajando, no puede realizar tres comidas diarias, de modo que, por muy optimistas que sean y vean el vaso siempre medio lleno, encontrarán su plato medio vacío.
El hambre: la plaga más devastadora de nuestro tiempo
Cada año, en nuestro país enferman más de ciento setenta mil personas por causas relacionadas con la falta de alimentos, y casi doce millones viven en situación de pobreza extrema. Sin embargo, esta situación contrasta con los hábitos alimenticios de las clases acomodadas. Según Naciones Unidas, en el mundo se desperdician entre 1 200 y 2 000 millones de toneladas de alimentos, algo difícil de digerir en un mundo que intenta combatir las desigualdades.
Precisamente, el primero de los objetivos del milenio de la ONU es la erradicación de la pobreza extrema y el hambre, porque aunque la pobreza ha disminuido en las últimas décadas, la irrupción de la Covid-19 puede dar al traste con todos estos avances.
Las claves para erradicar la pobreza pasan por mejorar la cooperación internacional para el desarrollo, crear normativas globales que ataquen las desigualdades, fomentar el crecimiento sustentable para reducir las catástrofes naturales que afectan a las cosechas y, sobre todo, apostar por la educación para romper la cadena de pobreza. Y es que comer sano es un gran reto, pero creo que antes debemos lograr entre todos un objetivo aún más ambicioso: que todas las personas, independientemente de su sexo, cultura, nacionalidad o condición, puedan ver el plato lleno.